De un disparo en la cabeza murió quien fuera ex agente de la CIA, el magnate saudí y organizador de Al-Qaeda, Osama Bin Laden. Finalizó así una cacería que duró por casi diez años y sirvió de pretexto a Estados Unidos para invadir Afganistán, Irak y mantener a Occidente con la paranoia contra el terrorismo. El decaimiento hace rato ya de Al-Qaeda, las rebeliones en el mundo árabe y la campaña presidencial norteamericana exigían ya un cambio en el guión.
“América puede hacer lo que se proponga. Esa es la historia de nuestro país”- dijo un solemne presidente Barack Obama al anunciar la muerte de Bin Laden, dejando de manifiesto que a la hora de buscar a los enemigos de USA no valen derechos humanos, la no inviolabilidad de territorio extranjero y un debido proceso.
“América puede hacer lo que se proponga. Esa es la historia de nuestro país”- dijo un solemne presidente Barack Obama al anunciar la muerte de Bin Laden, dejando de manifiesto que a la hora de buscar a los enemigos de USA no valen derechos humanos, la no inviolabilidad de territorio extranjero y un debido proceso.
La orden era matar al mediático ‘terrorista’, quien dio la excusa perfecta a Estados Unidos para decretar una unilateral ‘guerra contra el terrorismo’, invadir Afganistán e Irak y destinar dichos territorios para probar nuevas armas de guerra y el uso de mercenarios.
La presa fue hallada en una mansión de Abbottabad, a unos 50 km de la capital paquistaní, y sigilosamente se movilizaron helicópteros y tropas, para que en 40 minutos se matara al más malo de la película iniciada el 11 de septiembre del 2001, una mujer que lo acompañaba, uno de sus hijos y otros dos guardaespaldas.
Ahora el trabajo sucio no falló. En la memoria de los norteamericanos estaba el intento fallido en diciembre de 2001 de matar al líder islamita en las montañas de Tora Bora, donde se había refugiado con un puñado de fieles combatientes.
Esta vez el hecho fue visto en directo por el presidente norteamericano; su secretaria de Estado, Hillary Clinton; el vicepresidente Joe Biden y jefes militares. ‘Geronimo EKIA’ fue la clave dada por los Navy Seals, comandos especiales de la Marina de EEUU, enviados a la misión, para anunciar que la presa estaba muerta.
Luego del asalto a la mansión, el cuerpo de Bin Laden fue llevado a la base aérea de Bagram, en Afganistán, y luego habría sido arrojado al mar, según reportan la mayoría de los medios masivos citando a las fuentes oficiales de la Casa Blanca.
Cuando los helicópteros se habían marchado ya de la casona, recién las autoridades norteamericanas comunicaron a sus pares de Pakistán que soldados de Estados Unidos habían volado su territorio, atacado una casa, matado a sus ocupantes y secuestrados sus cadáveres.
Bin Laden era acusado de ser el cerebro tras el ataque con aviones civiles contra el World Trade Center de Nueva York, que dejó casi 3 mil muertos en septiembre de 2001, según la versión oficial de esa historia, a la que con el tiempo le han ido creciendo una serie de dudas y otras historias ensombrecidas como el que ninguna torre se concreto y acero se cae como se cayeron las torres gemelas (a no ser de que no fueran los aviones, sino explosivos colocados en los mismos edificios los que la botaron), que miembros de la familia Bin Laden estuvieron en Estados Unidos muchos días después de ocurrido el atentado o que al final dicho evento sirvió de excusa para invadir Afganistán e Irak. Muchas versiones para un mismo hecho que lo colocan más en la penumbra de la duda, a la que los medios masivos les llaman ‘teorías conspirativas’.
A Bin Laden también se le responsabilizaba de los ataques con bombas a las embajadas de Estados Unidos en Kenia y en Tanzania, en 1998, y del ataque con misiles contra el buque de guerra USS Cole en Yemen, en 2000. Por su captura se ofrecía una recompensa de 25 millones de dólares.
A juicio del filósofo y analista de medios, Santiago Alba Rico, “con indicaciones de amplio espectro, como la aspirina, Bin Laden reaparecía cada vez que hacía falta atizar la “guerra contra el terrorismo”; se le mantenía con vida para agitar su espantajo en encrucijadas electorales o para justificar leyes de excepción. Esta vez la situación era demasiado grave como para no usarlo por última vez, en una orgía mediática que eclipsa incluso la boda del príncipe Guillermo e introduce efectos muy inquietantes en el mundo”.
No en vano su muerte ocurre en medio de los levantamientos en el mundo árabe por parte de bases sociales que más que identificarse con el llamado a la guerra santa, promovido por Al-Qaeda, aspiran a sacar gobiernos y monarquías pro estadounidenses del control de sus naciones.
Alba Rico añade que “una de las grandes sorpresas que habían deparado los levantamientos populares en el mundo árabe es que habían dejado momentáneamente fuera de juego a todas las fuerzas islamistas y muy especialmente, claro, a la más sospechosa y extremista, Al-Qaida, marca comercial de oscuro contenido largamente instrumentalizada para sostener dictadores, reprimir toda clase de disidencia y desviar la atención lejos de los verdaderos campos de batalla”.
¿JUSTICIA O ASESINATO?
Los Navy Seals actuaron sin previa autorización del gobierno de Pakistán y asesinaron a Bin Laden sin juicio previo. “Se ha hecho justicia”, dijo Obama, pero olvidó que esa palabra que ha costado siglos por instalar en las relaciones de Occidente necesita tribunales, jueces y un procedimiento transparente. Más sincero fue George W. Bush, quien dijo que “es la venganza de los EEUU”.
Eric Freedman, profesor de derecho constitucional entrevistado por BBC comentó que “el presidente no puede ordenar una muerte a no ser que el país esté en guerra”. Por su parte, Jeremy Scahill, autor de Black Water, libro que da cuenta del dispositivo de ejércitos mercenarios que se aplicó en Irak, considera que Obama “ha ratificado la política de los asesinatos selectivos del gobierno de Bush”.
En Europa, el jefe del partido alemán de Los Verdes, Cem Özdemir, de origen turco y confesión musulmana, reflexionó que “las sociedades democráticas no pueden perder sus principios democráticos en pos de la política anti-terrorista“.
Pese a que los medios se han concentrado en reproducir las imágenes de euforia y patriotismo vistas en las calles de Estados Unidos, el cuestionamiento al asesinato de Bin Laden va más allá de analistas o expertos en derecho internacional.
El jugador profesional de baloncesto Chris Douglas Roberts, de los Milwaukee Bucks, en su cuenta de twitter escribió: ” Celebración? Estará Dios contento porque celebremos una muerte? O es tu religión ‘americano’?. Nos ha costado 919.967 muertes matar a un sólo hombre. Nos ha costado, unos 1.188.263.000.000 dólares matar a ese … hombre. Pero parece que ganamos. Jaaaa”.
Jason Richardson, jugador de la NBA, en tanto, lanzó una incisiva pregunta: “Ahora que se confirma la muerte de Bin Laden y la de Sadam hace unos años, ¿podemos traer las tropas de vuelta a casa?”
EL SUCESOR Y LOS MIEDOS
Joshua Foust, miembro del Proyecto Estadounidense de Seguridad y ex analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa, dijo a Democracy Now! que la muerte de Bin Laden no tendrá un efecto importante en las operaciones de las células de Al Qaeda distribuidas en el mundo. “Desde un punto de vista operativo, Osama Bin Laden no tiene un control demasiado estrecho de las células de Al Qaeda en distintos lugares del mundo, los que incluyen Yemen y Somalia, entre otros. Así que se trata más de una victoria simbólica”- sostuvo Foust.
Pese a ello, las precauciones ante eventuales ataques terroristas se han incrementado en Europa y otros países aliados de la potencia militar del norte.
Donde hay bastante temor es en Alemania, debido a que la semana pasada fueron detenidas varias personas a las que se les acusa de estar preparando un atentado en dicho país.
Respecto al sucesor de Obama en la dirección de Al-Qaeda, se cree que será el cirujano egipcio Ayman al Zawahiri, considerado el número dos de la organización. El médico, de 59 años, figura en la lista de los terroristas más buscados de Estados Unidos, ya que según la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), el médico fundó la organización Yihad Islámica Egipcia, que en 1998 se fusionó con al-Qaeda.
Al Zawahiri ha sido el portavoz más prominente de la organización en el último tiempo, apareciendo en unos 40 videos y grabaciones de audio desde 2003, siendo el más reciente de abril de 2011. El médico ha sido acusado formalmente en Estados Unidos de participar en los atentados a las embajadas de Kenia y Tanzania, y fue condenado a muerte en rebeldía en Egipto por sus actividades con la Yihad Islámica durante la década de 1990.
EL RETIRO DE AFGANISTÁN
La muerte de Bin Laden también coincide con una etapa de reconocido desgaste de la invasión norteamericana en Afganistán. De hecho, para el 1 de julio Obama había anunciado el inicio de la salida de las tropas invasoras en el país asiático.
La experimentada periodista pakistaní Najma Sadeque, no se compra el relato hasta ahora conocido y cree que Bin Laden murió hace años ya por enfermedad. A juicio de la analista, “Estados Unidos se luce en esta puesta en escena”, la que no es más que un “ejercicio para salvar la cara”. Washington necesitaba una salida respetable de Afganistán y una excusa para reducir su presupuesto militar. “Ahora el gobierno tiene una excusa para abatir los gastos bélicos, puesto que ya se logró el principal objetivo”- sostiene Sadeque.
Algo parecido piensa Matthew Hoh, quien luego de dos períodos de servicio en Irak trabajó en el Departamento de Estado en Washington D.C. como representante civil y asesor político de Estados Unidos en Afganistán, cargo al que renunció a los 5 meses de haber asumido. “Todos en Estados Unidos deberíamos preguntarnos hoy ¿por qué si Osama Bin Laden estaba escondido en una casa de lujo a una o dos horas al noreste de Islamabad, hemos tenido 50.000 soldados en Afganistán durante los dos últimos años?”- se pregunta.
En tanto, Jake Diliberto, veterano del Cuerpo de Marines que combatió en Afganistán e Irak, sostuvo que “hemos estado persiguiendo al fantasma de Bin Laden por Afganistán, Pakistán, Irak, Yemen y finalmente podemos traer a nuestras tropas de regreso y valernos del Estado de derecho para proteger nuestras fronteras contra otro ataque terrorista o algo así, pero ya no necesitamos enviar tropas e invadir otros países. Éste es un buen día para nosotros”.
M.B.R.
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