El Gobierno Regional de la Región Metropolitana acaba de aprobar la extensión hacia el oeste y hacia el sur de la ciudad de Santiago, en 10 mil hectáreas. Las ciudades en Chile, especialmente Santiago, tienen una larga historia caracterizadas por intentar resolver sus graves problemas a través del crecimiento por extensión, lo cual ha provocado este inaudito grado de segregación.
Debemos recordar que durante los gobiernos de Frei Ruiz-Tagle y de Ricardo Lagos la ciudad se extendió, en la provincia de Chacabuco, en 80 mil hectáreas, duplicando el área urbana de la Región Metropolitana hasta esa época.
Por otro lado, durante la dictadura, en 1979, se aplicó la más ideologizada política de suelo urbano que haya existido en toda la historia, no solo de Chile. Es así que se liberó el uso del suelo urbano, con una lógica puramente mercantil. Se sostenía que los precios del suelo eran elevados debido a su escasez. Por lo tanto, al aumentar la oferta de terrenos los precios del suelo urbano deberían tender a bajar. Cuestión que obviamente no sucedió, ya que el comportamiento del suelo urbano es único e irrepetible. Es así que, pese a que aumentó la oferta de terrenos urbanos, los precios siguieron subiendo.
Volviendo a nuestros días, vemos que la nueva extensión de diez mil hectáreas se, que se justifica en la necesidad de aumentar la superficie para construir vivienda social, se hará hacia el sector sur y poniente de la ciudad, donde ya se concentran las comunas más pobres de Santiago. Por lo tanto, estamos en presencia de un futuro crecimiento de pobreza y desigualdad.
Este proceso de irracional extensión de la ciudad se da en un contexto muy sospechoso y poco transparente. En primer lugar, hubo un cambio en algunos consejeros respecto a la votación por el mismo tema realizada a fines del 2010, ocasión en la cual esta propuesta de extensión fue rechazada.
Por otro lado, hay un importante proceso de ganancia inmobiliaria, ya que los propietarios de esos terrenos, harán por este solo hecho y sin mediar ni esfuerzo ni inversión alguna, una tremenda ganancia por la diferencia de precios del suelo, de rural a urbano. Cabe mencionar también que el Jefe del Gobierno Metropolitano es un reconocido empresario del sector inmobiliario.
Por lo tanto, no es exagerado sostener que estamos en presencia de un mega negocio a costa de una ciudad aun más ineficiente, pobre y segregada. Es decir, agregaremos a nuestro Santiago 10 mil hectáreas de pobres, viviendo 10 mil hectáreas más lejos, pagando todos los chilenos los mayores costos por extender la ciudad.
Ni siquiera pasó por la mente de las autoridades (las del gobierno anterior y especialmente las del actual) pensar en alternativas más racionales, tales como densificar con una mayor mezcla social. Quizás no hubiera sido un negocio inmobiliario tan colosal, pero hubiéramos generado una ciudad un poquito más igualitaria.
por Julio Hurtado
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